El quién del liderazgo: ¿quién -y no qué- es el líder?  

Los académicos han debatido durante décadas no solo sobre el componente ético sino también moral del liderazgo. Robert Greenleaf, entre otros, acuñó el término “servant leadership”, que ha dado lugar a una escuela de pensamiento sobre el liderazgo, y Warren Bennis, una de las referencias intelectuales del liderazgo durante el siglo XX, publicó precisamente el libro Moral leadership, en una línea de pensamiento a la que también se apuntó otro gran maestro como James MacGregor Burns.  

Se puede discutir sobre si el liderazgo tiene o no de por sí un componente moral, aunque, si el debate se centra en la persona del líder, la persona como tal sí tiene en sí mismo ese elemento moral, por lo que sería lógico pensar ya desde un primer momento que el liderazgo contiene en sí mismo esa perspectiva moral.  

Quizá por ello, la figura de Adolf Hitler ha desatado tanta reflexión entre los autores y académicos, pues nadie duda de que Hitler arrastró o empujó a todo un país a su “causa” (uso los verbos “arrastrar” y “empujar” y no “inspirar” o “atraer” para dejar patente el lado oscuro del liderazgo carismático que representó Hitler; del mismo modo que empleo la palabra “causa” y no “visión” pues es esta última la que encarna a los grandes líderes).  

Pero, en todo caso, si de algo deja constancia el debate académico sobre el liderazgo es la importancia del quién, del líder como persona. Si Daniel Goleman popularizó su brillante artículo What makes a leader, en realidad lo que desentraña Goleman no es el qué sino el interior del quién, pues es el quién del liderazgo, el ser del líder, el que representa como ninguno el paradigma del liderazgo.  

No debe extrañar, por ello, que el propio Goleman comience su artículo con la autoconsciencia y el autoconocimiento, esto es, el conocimiento interior de que ese quién por parte del propio sujeto, el quién. En suma, el ser del líder o, en otras palabras, la autodeterminación del líder como tal. En este sentido, la actualidad ha dejado estas últimas fechas el éxito del golfista Jon Rahm, que a los 26 años ha ganado el US Open. 

En el circuito nadie dudaba de la calidad y talento de Rahm, pero él siempre entendió que su liderazgo partía del interior, de su persona, del quién, y que por tanto solo se mantendría en la batalla si era fiel a tu propia persona, a su yo más profundo. Así, en 2018 decía lo siguiente: “Sigo siendo yo, el mismo, Jon Rahm, de Barrika. Y así tengo que ser, con mi manera de reaccionar a lo que me pasa, con lo bueno y lo malo, con mis cabreos. Eso forma parte de mí. Y no he cambiado. […] Es quien soy. Y si no fuera así, no habría llegado a lo que he logrado. Eso lo tengo muy claro, no lo voy a olvidar ni me voy a olvidar de quién soy. No puedo reprimir lo que siento, ni quiero. Hay que sentir en el campo”.  

Las palabras de Rahm –quizá un presentimiento de las mieles del éxito-, no solo nos devuelven al autoconocimiento y autoconsciencia de Goleman sino que apuntan directamente a ese quién del liderazgo, a la persona del líder como sujeto del liderazgo.  

Desde luego, como mencionó Aristóteles, el ser humano es un ser político y social por naturaleza (zoon politikón), cabe desde luego hablar del hombre en términos semejantes cuando nos adentramos en la ética y moral: ser ético y moral por naturaleza. Esos dos elementos, ética y moral, son consustanciales a la persona, al quién, que, como sujeto del liderazgo, los traslada al liderazgo a la hora de ejercer y hacer (tanto el “do” como el “make” de Goleman) el liderazgo.  

En la era del capitalismo (y liderazgo) consciente, parece por tanto que las tesis de Goleman sobre la (auto)consciencia juegan un papel fundamental; lo cual supone que en la raíz del capitalismo consciente no se halla sino la persona (del líder) consciente de sí mismo desde un punto de vista humano y, por tanto, ético y moral. Quizá por ello la pregunta de Goleman de What makes a leader debería ser reformulada por la de Who is the leader?, pues el líder es el quién, del cual el qué solo es la consecuencia en función de su ser líder.  

La cuestión, por tanto, resulta clave cuando se extrapola a ámbitos como la sostenibilidad, pues “lo sostenible” hace referencia al qué y no al quién, al sujeto protagonista de la sostenibilidad. El liderazgo responsable y sostenible no deja de ser en suma la consecuencia de algo mucho más profundo: el autoliderazgo o liderazgo del propio ser (que es liderazgo por el simple hecho de que está basado en ese ser, en el quién).  

Bajo esta óptica, el componente ético y moral del liderazgo es más que obvio, pues no apunta solo al liderazgo sino, sobre todo, a la persona, al quién. Porque no es el liderazgo sino el quién del liderazgo, que no deja de ser el qué de aquel, que es el quién, el sujeto. 

 

Dr. Juan Manuel Roca RodríguezDirector de la consultora de dirección y escuelas de negocios LeaderactiON. Profesor de CMI Business School.