La evolución ética del Curriculum Vitae
Un mundo dinámico y en plena evolución tecnológica como es el actual, demanda a su vez los mismos cambios en la sociedad y en la evolución ética. en el ámbito laboral y en aspectos como en el Curriculum Vitae.
Tomando prestado el concepto de trabajo líquido, en referencia al célebre sociólogo Zygmunt Bauman1 las últimas dos décadas han supuesto un cambio radical en trabajo y la forma de concebirlo por parte de la sociedad partiendo de una revolución digital sin precedentes.
El desarrollo e implantación de tecnologías y dispositivos, con Internet como piedra angular de todos ellos, ha supuesto un antes y después en el sector laboral, no solo re-interpretando ya oficios tradicionales, sino dando lugar a la creación de empleos hasta la fecha desconocidos.2
En este contexto de liquidez y cambios continuos en el mercado laboral, sería lógico pensar que consecuentemente las relaciones y formas de proceder dentro del mismo se deberían de ajustar a los parámetros y posibilidades actuales, hecho que parece darse aunque con ciertas excepciones. Es en este punto donde surge la paradoja del Curriculum Vitae, documento tan arraigado en la cultura laboral que pese al inexorable paso del tiempo se mantiene inmutable, o al menos en la mayoría de casos, como nuestro cuaderno de bitácora personal sobre experiencias y logros académico-laborales.
Una visión más antropológica de los Procesos de Selección de Personal
En clave darwiniana podríamos aplicar la máxima de adaptarse o morir, aunque reinterpretándola desde el paradigma actual a innovar o morir, acontecimiento que parece insalvable para el CV, o al menos la concepción clásica del mismo.
Poco a poco los procesos de selección de personal se desarrollan por profesionales del sector cuya formación y valores distan de los imperantes hace décadas entendiendo a las personas como recursos o productos, primando ahora una visión más antropológica caracterizada por las aptitudes y potenciales competencias de los candidatos.
Este cambio sustancial debería ir acompañado de una concepción renovada del CV donde se integren apartados como perfil de LinkedIn, web personal como marca propia, habilidades y destrezas digitales, redes sociales…
Sin embargo, ya sea bien por la concepción clásica del mismo o la resistencia de parte de la población al cambio digital, lo cierto es que tras una rápida búsqueda en Google aún podemos encontrar plantillas de CV con datos irrelevantes que inclusive pueden resultar hasta incómodos o triviales para parte de la sociedad. Ejemplo de ello pueden ser factores como,
– La identificación dicotómica de género,
– Foto personal
– Información identificada como delicada (DNI)
– Edad
– Aficiones, e inclusive en casos extremos,
– Estado civil, número de hijos, cuestiones de embarazo, nacionalidad, zona de residencia…
Curriculum Vitae: renovación o desaparición
Ante esta perspectiva, la concepción tradicional del CV tiene dos vías, o la renovación o la desaparición. Muestra de ello es la aparición en distintos países de CV´s anónimos3 o CV´s ciegos4.
Como resultado, se caracterizan por la ausencia de datos personales más allá de los estrictamente necesarios y relevantes para optar a un puesto de trabajo, es decir, la experiencia académica y laboral del individuo. Con ello se busca evitar la discriminación laboral por razones de género, de nacionalidad, de edad, prejuicios…5
Es por tanto menester de la sociedad y, en especial de los centros educativos, enseñar en valores tanto a las personas como a las empresas. Permitiendo erradicar preceptos clásicos y obsoletos sobre quién puede o no acceder a un empleo según rasgos y características ajenas al desarrollo del mismo. Aunque la misión está clara, re-interpretar el CV para adecuarlo a la no discriminación y valor de la persona, aún queda mucho camino por recorrer.
Jorge Jiménez, alumno del Máster de Gestión Humana y Desarrollo Organizacional de CMI