La evolución del trabajo
Sin duda alguna la evolución del trabajo es un concepto que está presente a lo largo de la historia. Adaptándose a las necesidades sociales y herramientas tecnológicas del momento. Configurando así para cada época una comprensión sobre lo que representa el trabajo en la vida de la persona. Y cómo éste se interrelaciona con la misma afectando a todos los ámbitos personales, más allá de limitarse a un sentido puramente “laboral”.
La evolución del trabajo ha sido simultánea a la evolución de la humanidad y el desarrollo tecnológico. Por ello mismo y citando la jerarquía de las necesidades humanas mediante la “Pirámide de Maslow” se ejemplifica como se ha pasado de escalar a través de los cinco estadios a refugiarse prácticamente en la base de los mismos. Priorizando la fisiología y la seguridad por encima del resto.
En referencia a este hecho, en el transcurso de la historia se ha evolucionado de conceptos como los gremios y los oficios, al trabajo entendido en la actualidad tras el desarrollo de la Revolución Industrial. Y más recientemente, un proceso de tecnologización y digitalización total a escala global. Con el que se han generado nuevas necesidades sociales que necesitan de respuestas rápidas y dinámicas.
Sin duda alguna, uno de los datos más llamativos es el que arroja el estudio relacionado con felicidad en el trabajo. Donde si en Europa la respuesta afirmativa ocupa un 45%, en el caso de España ésta se reduce a un mero 37% . Es decir, extrapolando los datos a nivel general, se podría afirmar que más de un tercio de la población española no está contenta con su trabajo. Lo que conlleva unas serias implicaciones negativas más allá del ámbito laboral. Afectando a la salud de las personas, a sus relaciones sociales, a su bienestar psicológico y emocional.
Insatisfacción del puesto laboral
En cierto grado lo que presentan estos datos es la existencia de una parte de la sociedad que se encuentra afligida por el desempeño laboral que realizan en su día a día. Y, que en cierto modo se convierte en su proyecto personal de futuro y vida. Esto solo puede repercutir de forma negativa, generando personas enfermas y con problemas tanto físicos como psicológicos, ansiedad, estrés, burnout, inexistencia de conciliación, falta de autorreconocimiento. En suma, la frustración de un proyecto de vida donde el trabajo que desempeña la persona forme parte del mismo de manera positiva. Aportando un propósito a la misma y no limitando al mismo como un simple intercambio de fuerza de trabajo por un salario a fin de mes para subsistir de forma cíclica y carente de sentido vital.
Para poder reducir estos efectos es necesario que las empresas, y por ende las personas, reflexionen sobre su situación y decidan actuar reforzando el capital psicológico. Teniendo siempre como leitmotiv el buen trabajo en todos los sentidos. Ejemplo de ello es que las empresas ya han comenzado a invertir en programas de desarrollo que permitan potenciar y mejorar las habilidades, capacidades y recursos psicológicos orientados a la consecución o aumento de los niveles de bienestar y desempeño de los trabajadores.
De esta forma, apostar por el capital psicológico repercute directamente en la calidad del desempeño de tareas. Así como en el ecosistema de trabajo, trabajando desde lo individual hasta lo colectivo e implementando una cultura empresarial que refuerce y apoye a las personas para su mejora y bienestar personal. Y en consecuencia a la organización en los mismos términos.
Modelos de la evolución del trabajo
La evolución del trabajo se representa a través de nuevos modelos laborales que se están incorporando poco a poco en la sociedad.
- Job-crafting, como personalización y rediseño del puesto del trabajo para una mayor adaptación a la persona y su singularidad.
- Job-sharing, como método para el alivio de la presión física y psicológica de las personas ante ciertos puestos de trabajos. Se realiza mediante la división y cooperación de los mismos y sus tareas.
- Gig-economy, como alusión a una forma de trabajo caracterizada por contratos de corta duración. Donde el empleado realiza una función específica en el proyecto para la consecución del objetivo final.
- Know-mads, en referencia a perfiles profesionales cuyo valor añadido es el conocimiento. Con gran capacidad de adaptación y transformación ante una sociedad dinámica y en continua evolución.
En conjunto, forman una base para entender y ejemplificar la existencia de nuevas posibilidades de trabajo. Donde más allá de actuar como autómatas en una labor determinada a cambio de una retribución salarial y sin interés personal en el mismo, surja una nueva tendencia a incorporar el trabajo como elemento de identidad y productividad personal. Adaptándolo a nuestras características individuales y aprendiendo que la sociedad actual y del futuro está dominada por un dinamismo que nos obliga a abandonar (en muchos casos) la idea de un mismo puesto de trabajo en una misma organización. Haciendo la misma tarea, con los mismos medios de por vida hasta la (posible) futura jubilación.
Cabe destacar el Job-crafting y la Gig-economy como dos conceptos que aumentarán su influencia con el paso del tiempo. Más aún tras este fatídico periodo donde la sociedad atraviesa una etapa de adaptación y reinterpretación del ámbito laboral de la misma forma que ya se está haciendo con el teletrabajo aunque sea a marchas forzadas.
Visión introspectiva del trabajo
A modo de reflexión final y prestando especial atención al cambio sustancial en la sociedad que estamos viviendo y experimentaremos con mayor énfasis en unos meses. Dentro del ámbito laboral de la gestión humana, es crucial para los trabajadores realizar un examen de conciencia sobre su empleo. Con el fin de trabajar sobre uno mismo para mejorar los aspectos que sean necesarios. Mediante la asistencia profesional dentro de la empresas y el trabajo personal de autoconocimiento y planificación. Debemos reencontrar ese trabajo como oficio, como identidad constituyente de nosotros mismos. Y que sirva como propósito y proyecto de vida, hacer nuestro el trabajo sin que sea este el que nos domine y condicione nuestro estado de salud y bienestar como si de una penitencia se tratase.
Por otro lado, destacar la continua evolución tecnológica y digitalización en un mundo globalizado. Donde es necesaria una continua readaptación para no quedarse fuera del tablero de juego y poder aprovechar, con cautela y conocimiento (o caeremos en tendencias como el tecnoestrés), las nuevas herramientas que se nos brindan. Para así desarrollar nuestros trabajos de forma más óptima, productiva y potencialmente segura. Sin embargo, esta interpretación contemporánea y futura del trabajo requiere de habilidades que han de ser entrenadas para enfocarse en las personas. Brindando una mayor importancia al factor humano en detrimento de la tecnología y digitalización. O de lo contrario, volveremos a procesos automatizados que eliminen el valor añadido de las personas como la creatividad, el ingenio, la empatía, la adaptabilidad y el aprendizaje.
Finalmente, debemos eliminar la dicotomía trabajar para vivir o vivir para trabajar. Dando un paso más allá entendiendo que es posible trabajar y vivir al igual que vivir y trabajar. No son conceptos incompatibles sino acciones sinérgicas acorde al modelo de vida presente.
Jorge Jiménez-Alumno de CMI